Hace más de 50 años atrás, un grupo de jóvenes choferes de ómnibus de Río Cuarto decidió transformar la pasión por los motores en un emprendimiento. Así nació la recordada “Casa del Rastrojero”, hoy conocida como Sarmiento Repuestos, un nombre que desde entonces se volvió sinónimo de trayectoria, calidad y cercanía con el cliente.
Eduardo Sarmiento, fundador y referente del negocio, recuerda que todo comenzó un mes de noviembre «cuando empezamos a poner los repuestitos en las cajas para armar las estanterías”. Lo que parecía un pequeño proyecto se convirtió con el tiempo en una historia ligada al desarrollo industrial argentino. “Fabricamos la única suspensión hecha en el país y aprobada por la planta del Rastrojero de IME”, rememora. Esa pieza se incorporó al modelo que salió al mercado en 1983, un orgullo nacido en Río Cuarto.
Con el cierre de la fábrica estatal, el emprendimiento amplió su horizonte: incorporó repuestos Ford, Chevrolet, Nissan y Toyota, y expandió su alcance a mercados internacionales como Paraguay, Uruguay, Chile y Bolivia. “Por eso pasamos a llamarnos Sarmiento Repuestos —explica—, porque la casa del rastrojero ya no reflejaba todo lo que hacíamos”.
Hoy, bajo el sello Sarmiento Group, la empresa sigue vigente, adaptándose a los cambios del mercado.
